sábado, 10 de julio de 2010

Provocar, bailar, cantar y otra vez provocar


Con Michael Jackson y Madonna como máximos referentes y los presupuestos abultados como mecenas necesarios, Lady Gaga va camino a liderar una nueva era estelar para el viejo videoclip, hoy video a secas.
A poco más de un año de la muerte del Rey del Pop, los canales de videos o lo que queda de música en ellos volvieron a exhibir las obras de Jackson y allí brilló nuevamente el cortometraje de Thriller (1983) de casi 14 minutos, dirigido por John Landis.
La nueva estrella del pop global sigue los pasos de los dos grandes referentes pero, a diferencia del primer reinado del clip, ya no necesita de la complicidad de la televisión. El video de Telephone fue visto 65 millones de veces en YouTube y, su antecesor, Paparazzi , lleva 27 millones de vistas, en ambos casos tomando sólo como referencia las cifras del canal oficial de Lady Gaga.
La saga cinematográfica que inicia Paparazzi -de más de 7 minutos- es continuada por Telephone durante casi 10 minutos. Aquí la enigmática cantante se muestra con Beyoncé en una suerte de coctelera que comprime toda la cultura pop desde aquellos iniciáticos 80 hasta Asesinos por naturaleza, de Oliver Stone, y Pulp Fiction, de Quentin Tarantino. Una chica muy mala y muy sexy, Lady Gaga, encerrada en una prisión de mujeres (o de perras , como indica un cartel), es rescatada, fianza de por medio, por otro elemento de un universo tan criminal como glamoroso: Beyoncé. Y sí, juntas son dinamita, son provocadoras y reciben la siempre provechosa y vendedora mano de la censura: una edición limpia para los chicos y su contracara explícita que se extiende como un virus por la Red.
Si en Telephone se luce la óptica del sueco Jonas Akerlund, un viejo conocido de Madonna ( Ray of Light ), en Alejandro (de casi 9 minutos) se destacan el vestuario, las coreografías de la canadiense Laurie Ann Gibson y la dirección del fotógrafo Steven Klein. Aquí, sin medias tintas, los rayos de Madonna brillan con fuerza en las coreografías, en los cuerpos de los bailarines y en los movimientos de Lady Gaga, una adicta al sexo en todas sus direcciones, igualita, igualita a la chica material que tanto hizo por la cultura del videoclip.



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