domingo, 9 de mayo de 2010

Smooth Criminal FanFic II

Smooth Criminal

Capítulo: II


Estaba cubierto entre sabanas blancas, su rostro apacible era adornado por un leve color rosa en sus mejillas, el oxigeno entraba y salía de sus pulmones, mientras intentaba ocultarse de los rayos que el insistente astro rey le regalaba ese día. Rendido, se intentó levantar, soltando un suspiro y viéndose en el espejo que quedaba al otro lado de su habitación, soltó una carcajada forzada al notar su cabellera negra y despeinada.

Sobre la alfombra verde de su habitación poso sus descalzos pies, yendo así directo a la ducha, minutos después, estaba bajando las escaleras, vestido con un saco gris al igual que sus pantalones, camisa blanca y sus inseparables zapatos de baile.

-¡Buenos días!- dijo Janet al verle bajar, la morena llevaba un vestido color azul cielo, pero no fue lo que noto al verle en realidad, su tono de voz era extraño
-buenos…- intentó articular, ella le interrumpió
-¿¡Me podrías explicar como es que mamá va a parar al hospital y no me dices!?- soltó de un sopetón, la reacción de el fue abrir los ojos mas de lo normal
-¿¿Qué mamá que??- ahora la confundida era ella
-esta en el hospital, y tu lo sabías- replicó ella con cierto tono de fastidio y angustia
-Claro que no!... crees que estaría tan tranquilo si ella estuviese mal?! Como está? Se encuentra bien? Que tiene?- la desesperación volvió al de piel pálida
-esta en recuperación, desde hace tiempo esta en el hospital, y me dijeron que tu sabías- ella miró fijamente a Michael
-Mike… conozco a mi padre, y a ti… sucedió algo… ¿no es así?- ella se mostró preocupada, el solo soltó un suspiro
-Te dije que nada- se mostró un poco irritado, ella desistió y alcanzó su bolso
-Tengo que ir a la clínica por Jefferson y luego a la iglesia, ¿me acompañas?- ella sonrió y se acercó casi rogando a su hermano
-¿Qué tienes que hacer en la clínica, y encima en la iglesia a esta hora?- interrogó sin entender el de mirada oscura
-Es obvio! Jefferson es con quien iré al altar- bufó ella y el alzó una ceja –Se nota que haz estado en este país las ultimas semanas…. ¿he?- ella le dio una palmada en la espalda, luego le tomó del brazo –vámonos…- añadió.

El limpió las lagrimas de su mejilla, con una sonrisa fingida hacía ella, luego sobre sus delicadas manos dejó una rosa roja
-prometo que esto terminará pronto- le dijo y sonrió
-espero que así sea- ella sonrió medianamente, y el la abrazó
-Anne… discúlpame, y no olvides lo que te quiero- la respiración de ella era cada vez mas pesada, el dolor se desbordaba por sus mejillas
-e-esta bien- el solo besó discretamente su mejilla, y se alejó de ella, en un auto de color grisáceo.

Ella miró detenidamente la rosa, y se limpió las lágrimas, pronto, por la acera se divisó a una mujer de cabellera rojiza, intentaba caminar rápido, pero los tacones frenaban su apresurado andar
-¡Anne!- gritó, al llegar cerca de ella la impulsó
-¡Se hace tarde!.... ¿Qué se supones que hacías niña?- dijo Karla, ella solo iba caminando con ella en silencio.

Jefferson era el médico director de la clínica de la ciudad, y prometido de la codiciada Janet Jackson. Muchos fueron los pretendientes, ese el triunfador. Aun Michael no creía que su hermana se fuese a casar, esa noticia le tomó de sorpresa. Por otra parte ha estado desde hace meses en Chicago, y siendo sinceros, ha pensado en ella gran parte de sus días, desde ese día no la había visto, ni pisado el club.

Es que aquella sensación era inexplicablemente perturbadora, era algo nuevo para el.

Se sentía todo un Hades. O mejor dicho, sentía que ella era como la primavera que necesitaba su vida, es como si en su interior solo hubiese un invierno eterno, que quizás termine si ella solo le sonríe. Ya entendía el por que los griegos glorificaban de aquella manera a Persefoné. Rayos! Estaba enloqueciendo, es imposible que solo con ver alguien se puedan sacar esas conclusiones.

El auto se detuvo frente a la clínica.

Karla y Anne llegaron justo a tiempo para entregar un favor en aquella clínica, ya de regreso, Karla le decía a Anne lo que estaba pautado para que hicieran ese día, pero ella parecía estar en otro planeta. Algo en ella estaba inquieto, era algo en su pecho…. Su débil corazón a cada instante aumentaba su palpitar… y no sabía cual era la razón.

-El habló contigo…?- Karla detuvo a la chica y la obligó a verle a los ojos –ese bastardo se acercó a ti?- añadió enojada
-No le llames así!- Anne intentó ocultar las lagrimas que querían salir, abrazó la rosa
-Y solo por que dice un ‘lo siento’ y te da una rosa perdonarás eso?... por dios Anne reacciona, el solo te utiliza!- cada vez Karla gritaba mas fuerte, la chica solo se limitaba a negar con la cabeza, cerrando fuertemente los ojos.
-Un empujón puede parar en una bofetada en tu rostro…. ¿Qué rayos no lo entiendes?- replicó Karla, poco a poco todos en aquel lugar guardaron silencio, y miraron fijamente al núcleo de aquel volcán en erupción.

-¡La que no lo entiendes eres tú! ¡ es el nuestro boleto de salida de allí!- la chica al gritar dejó salir varias lagrimas
-¡Si mi boleto de salida es ese, entonces prefiero pudrirme allí! ¡No voy a condenarte solo porque quiero un mejor mañana!.... no ensucies tu reputación- las palabras de Karla parecían cada vez mas ruegos
-¿¡Reputación!?.... reputación dices… ¿he?... a decir verdad no se que demonios es eso, me podrías decir que significa esa palabra?- Anne alzó una ceja –Aunque no trabaje completamente en ese maldito lugar, ya estoy condenada- finalizó limpiándose con rabia las lagrimas y dando media vuelta, huyendo de aquella escena.
Tropezándose con los curiosos y recién llegados, la gente comenzó a circular entre murmullos y miradas de recelo hacía Karla, esta solo soltó un suspiro, resignada a su triste y mediocre realidad.

Anne adentrándose entre la multitud, mientras su corazón palpitaba acelerada y dolorosamente. Esquivó a varios hasta que cerca de la entrada se estrelló con un joven y dejó caer la rosa roja, eso si hizo que se detuviese
-mil disculpas- dijo ella después de inhalar oxígeno –perdóneme es que suelo ser muy…- no pudo continuar su frase cuando decidió alzar su vista, encontrándose así con aquellos ojos que creyó, nunca vería más. Su piel se erizó, y sus labios se sellaron, intentaba emitir sonido pero le era imposible.

Por su parte el de mirada oscura solo dejó escapar una mueca de sorpresa, que al instante adornó con una media sonrisa, que le hacía sentir como idiota, pero simplemente salió.
-Esta bien, los accidentes existen- dijo, y el corazón de ella se aceleró mas, claro, si eso de verdad es posible. Ella como pudo despegó su  mirada de la de el, a ver si lograba entender, si lograba pensar en que decir o como actuar, era la primera vez que no sabía como actuar, decir o hacer, se sentía como una niña perdida.
-Lo siento- volvió a decir, y se maldijo al instante por ello, el soltó una carcajada
-¿Qué fue lo que dije….?- notó la rosa en el suelo, la levantó con delicadeza y se la señaló
-es tuya….¿no?- interrogó, ella asintió –quien quiera que sea que te la dio pide disculpas… ¿he?- murmuró y la dejó sobre sus manos –El color lo dice todo… rojo, al igual que la culpa- ella aun estaba paralizada
-intenta tener mas cuidado la próxima vez- terminó el, y Janet lo arrastró, estaba muy apurada, ella solo al verse sola, entre la gente que entraba a la clínica fue cuando reaccionó, no  lo podía creer, estaba completamente confundida, ¿Quién era? ¿Qué hace allí? ¿Por qué hace que ella actúe así?.

Janet acabó pronto en la clínica, así que decidió irse de inmediato a la iglesia, de camino allá fue completamente silencioso, claro, sin contar el sonido del motor del auto. Los ojos negros de el solo estaban atentos a la ventana, recalcaba su cabeza en su mano, la cual estaba apoyada o recostada sobre la puerta del auto.

La morena solo intentaba concentrarse en la lista de quehaceres para su amada boda, pero la distracción y extraña forma de actuar de su hermano la preocupaba y mucho, y mas al entender que cuando se sentía mal prefería guardárselo, nunca lo comparte y el desahogarse cuando estaba al borde de la desesperación no era una de las opciones o probabilidades que habían dentro de su forma de ser. Se aclaró la garganta esperando que el hablase, fue en vano.
-Me parece extraño que últimamente no hayas ensayado ni baile ni música- dijo sin mirar al rostro a Michael, en modo de un simple he inocente comentario, el solo endureció su rostro, aun en su posición anterior…
-quizás ensaye cuando lleguemos…- dijo secamente, sin virar a verle
-¿quizás?- cuestionó ella, el no respondió.

Ese no era precisamente el Michael del que se despidió ese día hace unos nueve años atrás, algo en el había cambiado, es como si la chispa divina con la que había nacido se hubiese apagado. 
Frente a la edificación religiosa se detuvo el auto, ambos hermanos bajaron
-¿Qué buscas aquí?- interrogó el de mirada oscura
-Ya verás- sonrió victoriosa ella, y ambos entraron a la iglesia…

Toda la decoración religiosa, de forma gótica, que intimidaba, desde cada imagen de los murales y mosaicos hasta aquella imagen de cristo en la cruz, ¿vamos a la iglesia a ver su gloria o a verle sufrir? A decir verdad quizás es una pregunta fuera de lugar, o algo que es imposible que el pensara, pero en realidad el sabía que en su interior no hablaba de cristo, bajó la vista ocultando sus ojos negros bajo su sombrero y se dejó caer en una de los bancos de madera del lugar, se recalcó del espaldar y soltó un pesado suspiro….

Los recuerdos son solo archivos que se registran en el cerebro, y que luego pasan a ser nuestra información de vida, esos archivos son desde el nombre de nuestra primera mascota hasta lo que conversamos el día anterior. Sin embargo, aun siendo lo que son, atormentan, lastiman como puñales a nuestro centro de vida, el corazón.

La anatomía humana no es la precisa respuesta que necesita para ese instante, un chico de cabellera negra corría con una gran sonrisa en los pasillos, se encontraba con su hermana menor, ella le abrazó y luego su madre hizo acto de aparición
-¿entonces lucharás hasta el final, verdad… Mike?- la voz de aquella mujer dejaba a relucir el orgullo que sentía en aquel instante, hermana menor, madre, pero nada de sus demás hermanos ni su padre
-no les necesitas, eres el mejor, tienes talento, solo necesito verte escalar para darme cuenta de ello- su hermana volvió a sonreír, el solo asintió tímidamente y se preparó a abandonar Chicago para ir en busca de un sueño. Sus ojos ardían, malditas sombras del pasado, duelen, aunque quizás son las que nos ayudan a sobrevivir, si, quizás las sombras del pasado son las que ayudan o las que hacen que brille mas la luz de la felicidad del presente, aunque al fin y al cabo, cada minuto feliz que vivimos en el presente por lo general se convierte en algo horrible al recordarle.

En conclusión ya daba lo mismo, de todos modos ya la brújula no apunta hacia el norte, esta descalibrada, simplemente no sirve y la razón de que se descompusiese es una muy obvia: el muro que intenta saltar se hace mas grande a cada exhalo de oxigeno.

Maldición, hace que se deteste a sí mismo, no es lo suficientemente fuerte como para defender una creencia.

Janet había terminado de hablar con el párroco, con un pequeño paquete en sus manos caminó lentamente por el largo pasillo, hasta quedar frente al cristo y frente a la imagen de su hermano desquebrajándose, no pudo ocultar su tristeza, mientras ella brincaba por las calles de esa ciudad contenta, su hermano se arrastraba con un pesar que desconoce, y que quiere descubrir, pero el solo se niega rotundamente a decir que fue lo que sucedió.

Armada de valor, se acercó mas a su hermano y posó su mano en su hombro, el dio un pequeño sobresalto y miró con una ceja alzada a su hermana. Ella sonrió de manera de consuelo
-¿todo listo?- tosió el de mirada oscura
-a decir verdad no, hay algo que no he podido resolver- dijo la morena y se sentó al lado de el, alertando a Michael, ya de seguro volvería nuevamente con sus preguntas que el se negaría a responder.

-Ya se que si digo un ‘Dime que pasó’ me responderás lo mismo, sabes que estoy aquí para lo que quieras, y me enoja que no me digas nada, pero respetaré lo que decidas- ella miró hacia el cristo, el siguió su vista
-El luchar por un sueño es algo que es muy difícil, hay miles de obstáculos, y estas solo, no puedes confiar en nadie. Todos están atentos a tu caída, pero el quedarse en el suelo y no levantarse dolerá mas cuando ya no haya manera de regresar, porque ya no podrás saber que hubiese pasado y no sabrías lo que es errar y aprender de ello- la voz de ella se entrecortó, dejando en claro que habían lagrimas a punto de desbordarse.
-Yo lo único que pido es que el hermano que tenía antes de que partiese hace unos 9 años regrese, porque me hace mucha falta y lo necesito, el me prometió que cuando regresase sería un hombre feliz y que me ayudaría a ser también feliz- ella suspiró y miró fijamente a Michael
-lo siento…- murmuró el de piel pálida
-¡No!.... si te disculpas será peor, entonces si me enojaré de por vida- ambos rieron, luego ella dejó el paquete sobre las manos de el
-es curioso…- rió mientras el miraba dentro del paquete –la hermana menor se casa antes del hermano mayor- burló justo cuando el descubrió lo que había en el interior, una medalla de oro, en el centro de la misma las letras ‘K+J’ el sonrió melancólicamente, al saber que estaba entre sus manos, la burla de ella al parecer no llegó a sus oídos
-es de mamá…. ¿verdad?- murmuró aun mirando el objeto
-si, y creo que eres el indicado para quedarte con el- sonrió ella, el alzó una ceja
-¿Qué no lo usarás para la boda?... ese era tu sueño desde- ella lo interrumpió
-no prefiero que la que valla a ser mi cuñada lo lleve- dijo ella y soltó una carcajada
-vale… vale- dijo de mala gana el, guardó el objeto en su bolsillo y se puso de pié.

Hecho un vistazo nuevamente a su alrededor, dejando las risitas forzadas y falsas de lado, Janet solo guardó silencio, dejándole divagar y prometiendo dentro de ella misma que no desistiría hasta encontrar la manera de no dejar morir la esperanza dentro de el, ¿habrá una manera de enmendar todo? De no sentirse culpable, inútil, estúpido, y sin camino…

Un extraño sentimiento iluminó su mirada oscura, la rítmica de lo que parecía ser una canción…. ¿letra?.... en su mente: There's a sign at the window, That he struck you
A crescendo, Annie, He came into your apartment, He left the bloodstains on the carpet Then you ran into the bedroom, You were struck down,  It was your doom….



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